La música genera experiencias sensoriales que permiten a los niños reconocer su cuerpo, sus múltiples posibilidades de movimiento y desarrollar coordinación y equilibrio. También fortalece el desarrollo del lenguaje a través de rimas, canciones y onomatopeyas, al tiempo que se convierte en un espacio en el cual los niños socializan e interiorizan diferentes conceptos que hacen parte de su vida cotidiana.
La música como una
herramienta pedagógica, que cobra significado en diversos momentos del día. Es
así como las canciones y las rimas se convierten en instrumentos que enriquecen
el lenguaje expresivo. Las palmas, el marchar, el batir las manos o los brazos
y todas las expresiones corporales que acompañan esas canciones se convierten
en elementos que fortalecen la coordinación motora, la atención y la relación
entre el sonido y el movimiento. El ritmo, elemento vital de la música, también
incita al movimiento, fortalece el desarrollo de la motricidad y aporta a la
identificación de fonemas, elementos integrantes de los procesos de lectura y
escritura.
Día a día las canciones
acompañan al niño en su crecimiento. Hay canciones para jugar, para soñar, para
imaginar, para sentir, para reír, para dormir, o simplemente para cantar.
Algunas canciones facilitan la compresión de conceptos básicos en el desarrollo
del pensamiento, incluyendo el espacio, el tamaño, la forma, la cantidad, el
tiempo, la intensidad o el color. Gracias a las canciones, lo niños logran
interiorizar estos conceptos e incorporarlos en su diario vivir.
Más allá de las canciones
infantiles populares de toda la vida, repetidas hasta la saciedad durante
décadas de padres a hijos, la música es un pilar fundamental dentro
de la educación infantil, y una manera de expandir las capacidades de los
niños a diversos niveles. Su poder para estimular la inteligencia
emocional, así como el desarrollo auditivo y cognoscitivo desde una edad temprana,
hacen de ella una sonora fuente de información, altamente beneficiosa para los
más pequeños.
Por eso, cada vez más y más padres se suman a la tendencia de inculcar a sus hijos la pasión por un instrumento desde la edad preescolar en adelante. Compartir con ellos la magia de las notas musicales al desplegarse sobre una partitura no sólo nos permite estrechar lazos y abrir miras: los efectos de aprender a tocar el violín, el piano o la guitarra repercuten directamente en su capacidad de aprendizaje, fomentando su comprensión de materias muy diferentes como las matemáticas, y expandiendo los límites de su imaginación al tiempo que cultivan una faceta más sensible de su personalidad de cara a la vida adulta.
Recuperado,
12/03/15 a las 3:24 pm
Autor: Yudy Castillo Nieto
http://www.aeiotu.com/files/La%20importancia%20de%20la%20musica%20en%20la%20primera%20infancia(1).pdf
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