La Educación Musical es
necesario integrarla como parte de la formación global del niño/a dada su
excelente contribución a la educación intelectual, corporal y emocional. Zoltán
Kodály señala que el sonido y la música son innatos al hombre y se presentan en
los primeros meses de vida. Suzuki va más allá, haciendo hincapié en que el
niño es sensible a los sonidos ya en el vientre de la madre. Por tanto la
educación musical puede nacer en el seno materno si la madre canta o escucha
música. Como a los cuatro meses y medio de gestación el oído es funcional, la
madre debe cantar canciones, poner música clásica, para que de esta forma el
niño ya se vaya familiarizando con la música antes de nacer, lo que influirá en
el posterior aprendizaje de la misma.
La música es un
lenguaje a través del que nos comunicamos y expresamos. Según Gaston Thayler
(1968), el alumno de Educación Infantil debe desarrollar capacidades
relacionadas con las primeras manifestaciones de la comunicación y el lenguaje
y con el descubrimiento sonoro del entorno cercano en que vive, formarse una
imagen positiva y ajustada de sí mismo y adquirir un cierto grado de autonomía
personal.
Por tanto la música en
esta etapa ayuda al desarrollo integral de capacidades porque su principal
objetivo es el desarrollo integral o de la personalidad del alumnado.
La música en Educación
Infantil debe convertirse en la base a partir de la cuál se enseñe música en
Educación Primaria y Secundaria, por tanto ésta ha de ser firme y consistente.
Antes de llegar a la escuela sus vivencias musicales están centradas en su casa
y en el juego con las familias a través de las cuáles los adultos se comunican
con los niños. Estas vivencias musicales hacen que haya una importante
diferencia entre los niños que llegan a Educación Infantil. Los que han tenido
relación con la música por medio de juegos o canciones compartidas por su
familia, la audición de música clásica (en el vientre materno hasta su
nacimiento) y después de nacer, los juegos en los que la música esté presente y
aquellos que hayan asistidos a conciertos, participan activamente en la clase,
aprenden rápidamente las canciones, se mueven rítmicamente, les gusta crear
letras de canciones, entre otras cosas. Sin embargo, aquellos cuyo primer
contacto con la música se realiza cuando llegan a la escuela, son en un
principio más reacios a participar en las actividades, les cuesta trabajo
memorizar canciones y no son capaces de expresarse espontáneamente. Todo ello influye
de manera negativa en el aprendizaje de la música y en la comunicación en
general, porque son menos participativos y se sienten más inseguros. A través
de la interacción musical con el maestro /a y con los demás niños, esta
inseguridad irá disminuyendo a medida que avance el curso.
Generalmente estas vivencias musicales se trasmiten de generación en
generación, por tanto, esta cultura popular posee una serie de cualidades y
valores innatos que contribuyen a desarrollar el lenguaje, la memoria y la psicomotricidad,
a la vez que sirven de actividad lúdica, ya que por la musicalidad, repetición
de términos y los movimientos con los que se acompañan, son especialmente
agradables para que el niño y la niña los repitan.
En primer lugar, la escuela
debe ser transmisora de canciones tradicionales infantiles, ya que éstas han
sido creadas por los propios niños y forman parte de la transmisión cultural
oral. Los niños y niñas tienen la oportunidad de conocerlas y disfrutar con
ellas en sus ratos libres ya que les motivan y estimulan su creatividad,
originalidad y espontaneidad.
No olvidemos que estas
canciones están relacionadas con el juego infantil, como canciones de corro,
comba.... Teniendo en cuenta la mente infantil, hay que elegir las canciones
que más puedan llamar la atención, por sus temáticas sencillas, ingenuas y
precisas, aunque poéticas y ricas en imágenes.
En segundo lugar, si tenemos
en cuenta el principio didáctico de que los nuevos aprendizajes se integran en
los ya aprendidos, ya sea por conocimiento natural o académicos, en la
actualidad los juguetes infantiles contienen melodías adaptadas de música
clásica: “Canción de cuna” de Brahms, “Paseo en Trineo” de Mozart, “El Moldava”
de Smetana, “La primavera” de Vivaldi... También en la escuela
trabajaremos la música culta, que contribuirá al desarrollo de su sensibilidad
y apreciación en sus distintos aspectos.
En Educación Infantil, cobra
gran importancia el desarrollo de la Psicomotricidad y ésta es más motivadora a
través de la música, sobre todo, cuando los alumnos llegan a la escuela hay que
trabajar con ellos el ritmo porque el desarrollo rítmico es una respuesta que
ayuda al control y coordinación general corporal.
Unido al ritmo está el
espacio. Una de las actividades a través de la cual se trabaja el espacio es de
movimiento libre mientras escuchan una melodía ayuda a los alumnos a trabajar
también la audición y la improvisación. Esta actividad es muy apropiada para aquellos
alumnos con problemas de timidez, inhibición. Otra actividad es el movimiento
según marque el maestro con un pandero en ritmo binario o ternario, valores
rítmicos diferentes como de figuras blancas, negras, corcheas y diversos
motivos rítmicos.
Recuperado, 16/03/15 a las
8:00pm
http://www.filomusica.com/filo88/edinfantil.html
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